Sebastián miraba sin decir nada las piernas blancas, deformadas por las varices, de su madre. Le dolían sus frases, se le clavaban como dardos, muy adentro, en un lugar inlocalizable.
Respiraba entrecortadamente. Aún no se había acostumbrado a la insolencia de Aurelia, machacándole sobre su insuficiencia física.
(...) A grandeza que V. encontra - e de que às vezes eu duvido, porque me desejaria mais «artista», mais graciosamente «requintado», sei lá o quê que tanto atrai e seduz -, sempre eu visei não pela pretensão ou o desejo de ser «grande», mas pela intenção e o impulso de buscar aquilo que nos supera. V. viu, com uma justeza incrível, dois dos versos essenciais que me resumem e estão na Perseguição: eles dizem quase tudo de mim e da minha visão da vida.
Também isso do coração lhe agradeço. (...)
Jorge
in Correspondência Jorge de Sena e Sophia de Mello Breyner 1959-1978
com organização de Mécia de Sena e Maria Andresen de Sousa Tavares
«Tu padre, tu padre (y hablaba de su padre con un odio acendrado y sutil, como si fuera su mayor enemigo) era como tú, igual que tú, un horrible hombre deformado.»
A Sebastián se le hacía un vacío angustioso en el cuerpo y no respondía. Temía, más que nada, aquella lengua de su madre que le zahería sin compasión, embistiendo siempre a los puntos más vulnerables y sensibles.